Romántico viaje en tren por Rusia
Suzdal es una de las ciudades más encantadoras de Rusia, una pequeña localidad en el centro del país que forma parte del llamado Anillo de Oro y está declarada Patrimonio de la Humanidad gracias a sus Monumentos Blancos –junto a la ciudad vecina de Vladimir-, preciosos edificios marfileños que dotan a esta ciudad de un conjunto monumental excepcional y que ciega a los viajeros que tienen la suerte de llegar a la ciudad.
Al igual que Moscú, Suzdal también tiene su propio Kremlin, una ciudadela fortificada donde se concentran los monumentos históricos más importantes que podrá encontrar en esta localidad. El peculiar color blanco de sus edificios y murallas hacen que esta fortaleza destaque en kilómetros a la redonda.
Dentro del kremlin podrá encontrar la Catedral de la Natividad, un templo ortodoxo que está considerado de los más importantes del país. Podrá deleitarse con las puertas de oro y labradas con escenas religiosas de la vida de Jesucristo. Además, en el interior de la catedral se hallan un sinfín de frescos bizantinos datados entre los siglos XIII y XV que suponen una maravilla del arte en Rusia.
Otro de los lugares que merecen la pena ver de Suzdal, Rusia, es el Monasterio del Salvador y San Eutimio, en cuyo interior se encuentra la Catedral de la Transfiguración del Salvador, que al igual que la otra cercana catedral, también está decorada con una hermosa colección de frescos que algunos expertos no dudan en calificar como una de las mejores del país.
El Convento de la Deposición del Santo Manto o el Convento de la Intercesión son algunos de los muchos recintos religiosos que podrá encontrar en esta preciosa ciudad blanca, que le permitirá disfrutar de grandes muestras del arte ruso.
También merece la pena acercarse a la Iglesia de los Santos Boris y Gleb, a apenas 5 kilómetros de Suzdal. De los edificios del conjunto de Monumentos Blancos que reciben el honor de ser Patrimonio de la Humanidad, este es el más antiguo, construido en el siglo XII y el primero que usó la piedra caliza blanca en su arquitectura, una costumbre que más adelante se extendió por toda la región, formando la seña de identidad del Anillo de Oro de Rusia.
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