Innsbruck, Austria
Innsbruck, Austria es una de las ciudades más bellas de Europa y una visita obligada cuando se viaja al país alpino. Rodeada por la belleza del Tirol, en sus calles podrá encontrar numerosos monumentos del esplendor imperial de Austria-Hungría que poco tienen que envidiar a los que se encuentran en Viena.
Un perfecto ejemplo es el Tejadillo de Oro, uno de los lugares más espectaculares de Innsbruck. Este mirador está construido con más de 2.600 tejas de cobre que fueron doradas a fuego, lo que le otorga ese peculiar color dorado. El tejadillo de Oro fue construido en el siglo XVI por Maximiliano I y desde entonces se ha convertido en uno de los símbolos más reconocidos de la capital tirolesa.
En Innsbruck, turismo también le llevará a ver el Palacio Imperial, Hofburg, uno de los lugares más importantes de la ciudad austriaca. Este suntuoso palacio rococó fue la residencia de los emperadores austriacos –que también eran soberanos del Tirol- desde el siglo XII hasta el XX, aunque su aspecto actual se debe a la emperatriz María Teresa, que lo reformó en el siglo XVIII.
También a la emperatriz María Teresa se debe el Arco del Triunfo de Innsbruck, erigido para conmemorar el casamiento de su hijo Leopoldo. En sus bajorrelieves podrá apreciar imágenes de la boda. Tampoco puede dejar pasar la ocasión de recorrer la avenida María Teresa, donde encontrará alguno de los edificios más importantes de la ciudad.
La catedral de Innsbruck es uno de los lugares que mejor muestran el mayor esplendor del Imperio Austrohúngaro. Su delicado estilo barroco es toda una maravilla que le enamorará de esta ciudad. Sus torres gemelas y la fachada –dañada durante la Segunda Guerra Mundial- son una de las fotografías más buscadas por los turistas.
A pocos pasos de la catedral encontrará la Iglesia de la Corte, o Hofkirche. En el interior podrá contemplar una de las maravillas escultóricas de toda Europa, el cenotafio de Maximiliano I. Este monumento funerario está considerado el más importante de la época imperial en todo el Viejo Continente. El sarcófago está decorado con la estatua del emperador arrodillado y hasta 28 esculturas más que representan a los distintos soberanos de Europa del siglo XVI, como Fernando el Católico.
Tampoco puede perderse el Castillo de Ambras, una enorme fortaleza situada sobre una colina que domina toda la ciudad. Hoy día encontrará dos zonas diferenciadas, un castillo de arriba y otro castillo de abajo. Ambos edificios contienen un museo que muestran curiosidades científicas del pasado.
Por último, alejándose de la época imperial, Innsbruck, Austria, es también un importante centro deportivo, en parte gracias a sus instalaciones de esquí. Entre las más destacadas encontrará la pista de los saltos de esquí. Aunque no se decida a deslizarse por esta vertiginosa rampa, la subida bien merece una visita, en parte por lo espectacular de las vistas. La torre se levanta a 47 metros de altura y permite una vista de 360º de las montañas de alrededor.
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