Palacio de Rundale
El Palacio de Rundale es uno de los grandes tesoros de Letonia, una impresionante obra maestra de la arquitectura del Barroco que no puede perderse al visitar este país báltico. A cada paso que dé en este palacio podrá disfrutar de sus exquisitos y lujosos ornamentos, o de la historia que cuentan sus paredes.
Rundale es, a día de hoy, un museo en el que se puede degustar el lujo de los Duques de Curlandia. Sus interminables galerías están plagadas de auténticas obras de arte. Cada habitación es un mundo nuevo, con colores y ambientes muy distintos unos de otros.
En el Salón Dorado podrá contemplar la que fue la sala del trono del duque. Déjese enamorar por los ornamentos de estuco dorado que han dado nombre a la sala y por los espectaculares y coloridos frescos que adornan el techo. Junto a este magnífico salón podrá encontrar, en contraste, la Sala de la Porcelana, un pequeño gabinete donde encontrará exquisitas piezas de porcelana oriental, todo un lujo para la época.
En las dependencias privadas del duque podrá deleitarse con la Sala Holandesa, llamada así porque está decorada con obras de importantes artistas de los Países Bajos, entre los que destaca Rembrandt. También podrá ver la Habitación de los Gobernantes, plagada de lienzos que representan los antiguos duques de Curlandia.
Los jardines del Palacio de Rundale son otro de los lugares que no puede perderse de esta atracción letona. Pasee por este inmenso parque, diseñado a la manera de Versalles, y déjese embriagar por el aroma de las flores y los árboles que crecen en las jardineras minuciosamente planificadas. No pierda la ocasión de disfrutar de la fachada del palacio, una maravilla del arte barroco en el país báltico.
Al igual que el resto del palacio, los jardines también están diseñados en varios ambientes, según los vaya recorriendo. Así pues, no puede perderse el parterre simétrico, el jardín de las rosas e, incluso, un teatro hecho con terrazas de hierba verde en la que el duque y su séquito podían disfrutar de las funciones que se organizaban para su divertimento.
El Palacio de Rundale es también uno de los monumentos que mejor muestran la historia de Letonia. Fue construido a mediados del siglo XVIII por los duques de Curlandia, cuando lo que hoy es Letonia formaba parte del Gran Ducado de Lituania. El arquitecto que se encargó de la construcción de este hito de la arquitectura báltica fue Bartolomeo Rastrelli, el mismo que diseñó y construyó el Palacio de Invierno y el Palacio de Catalina en San Petersburgo.
Apenas unas décadas después de la construcción de este gigantesco palacio, la zona fue conquistada por el Imperio Ruso que pasó a controlar esta espectacular mansión. La zarina Catalina la Grande otorgó el ducado de Curlandia y el palacio a la familia Zubov, una de las más importantes de la aristocracia rusa de la época, que se encargaron, no solo de conservar esta espectacular mansión, si no de mejorarla sin alterar su esencia.
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