Petra
El mayor atractivo de viajar a Jordania son las ruinas de Petra, el mayor yacimiento arqueológico del país y uno de los más sorprendentes del mundo. Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y una de las Siete Maravillas del Mundo Moderno, la ciudad esculpida en la roca, que fue capital del reino Nabateo, es considerada por muchos la octava Maravilla del Mundo Antiguo.
Las ruinas de Petra suman más de 800 monumentos, que se tardarían varios días en ver, cuya riqueza arquitectónica y decorativa son muestra de la importancia que llegó a tener la ciudad. Por ella pasaban las rutas de la seda, de las especias y otras mercancias que viajaban de China, India y la península arábiga hasta Egipto, Siria, Grecia y Roma.
Nada más divisiar el complejo arqueológico, llama la atención el color de sus edificaciones: una combinación de tono rosado con matices de óxido oscuro y bandas grises y amarillas, que es uno de sus rasgos diferenciales. La visita comienza traspasando el Siqh, un cañón de un kilómetro de largo, entre 3 y 12 metros de ancho y hasta 80 de alto que da acceso a Petra. Al final de este estrecho camino se encuentra su principal reclamo: Al-Khazneh o "El Tesoro", una tumba de un poderoso rey nabateo cuya fachada mide 23 metros de largo por 30 de ancho.
El recinto no puede abandonarse sin visitar el Monasterio (el edificio más alejado de Petra), el Anfiteatro, que tenía capacidad para 3.000 personas, y el Templo de los Leones Alados. A ellos se llega paseando por calles flanqueadas por columnas y salpicadas de numerosos obeliscos, templos y altares para sacrificios.
